Como el cuerpo de Cristo, instruyamos a los niños y adolescentes a mantener la comunión con Dios para ampliar el conocimiento en la congregación, donde jóvenes y adultos acudimos para recibir la doctrina que Dios provee para crecer y fructificar. Es necesario amar a Dios y al prójimo que no ha conocido la verdad que nos liberta de la carne y del mundo que está bajo el maligno. La palabra, en el hogar y en la comunión con la familia espiritual, es la base para crecer en fe, amor y esperanza. Hoy, que oímos y vemos el cumplimiento de las profecías que Dios ha dejado, somos movidos a orar y velar para no caer en tentación.
Busquemos la palabra y llenémonos del Espíritu Santo para discernir y vivir en él, haciendo la voluntad de Dios, quien enseña en su palabra a mantenernos en comunión si somos justificados, agradecidos y temerosos de la justicia de Dios. David dice: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Sal. 25:14). Job nos da a conocer que: “…el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job 28:28). Por ello, Salomón declara la importancia del temor a Dios y de guardar sus mandamientos. Esto se dará si somos justificados por la fe en Cristo Jesús, quien murió y resucitó para darnos la nueva vida. Leamos: “…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo…” (Fil. 1:6). ¡Gloria a Dios, esperamos ese día!