Amados hermanos, vivimos en un tiempo en donde cada día el hombre, de acuerdo a su herencia satánica y desligado de Dios por el pecado y la transgresión, no puede coincidir con el pensamiento y el carácter de un Dios santo y perfecto. Este mismo Dios, dentro de sus gloriosas virtudes hacia sus criaturas, concibe por él y dentro de él: «la misericordia». ¿Y qué es la misericordia? Es la bendita y mejor dote o don espiritual, por no decir la única alternativa como fuente de poder para salvación, otorgada por gracia en amor.
Jehová, Dios, siendo el más grande y maravilloso existente hoy mismo, jamás entendido y conocido; eterno, todopoderoso, el Elohim, soberano, infinito, justo y perfecto. Consideró la condición de fracaso de: “su Adán”, quien luego de ser creado a imagen y semejanza de Dios, cayera tan bajo, hasta quedar sin entendimiento, sin discernimiento, sin carácter, sin valores ni principios. Viviendo igual o peor que las demás bestias creadas. Perdiendo toda conciencia acerca del objetivo de su vida. Viviendo instintivamente, de acuerdo a los placeres de su carne y al materialismo. Quedando sin esperanza y a la deriva de cualquier trampa diabólica, para llevarlo al final a su muerte eterna.